Ayer me pasaron
un enlace sobre el perdón del rey, bueno, mejor dicho, sobre los perdones, así,
en general. Era un artículo periodístico, pero estaba plagado de opiniones en
cursiva de sociólogos, filósofos y psicoanalistas sobre el perdón, sus
orígenes, utilidades interculturales y comparativas. Hablaba por
ejemplo de esos perdones que lanza la Iglesia de vez en cuando, perdones a
posteriori sobre cosas que uno ya daba por perdidas. Perdones sin rostro ni
representación, que se lanzan en notas de prensa y poco más. Más sugestivos son
los que se ofrecen escenificados. El del presidente de Toyota, por ejemplo, un
tal Akio Toyota, que se presentó ante los medios de comunicación una mañana de
primavera para pedir perdón por un coche defectuoso que habían comprado más de
ocho millones de personas. Fue un acto simple y desconcertante, el tipo ahí, agachando
la cabeza, diciendo perdón en japonés mientras los flashes inmortalizaban el
momento. El artículo, así, en líneas generales, era bastante sesudo y sus
conclusiones algo confusas. Enfocaba el perdón desde un punto de vista más bien
moral y antropológico. Ahondaba sobre todo en un punto determinante, a saber,
que mientras en determinados países pedir perdón representa un suicidio social,
algo indigno, en otros, los de tradición católica, fundamentalmente, pedir perdón
está visto como algo loable, que dignifica. En fin, era un buen artículo pero
descuidaba algo esencial: la estética, el simbolismo, el espectáculo. Un rey
que pide perdón, ese es nuestro país (otro día pensamos lo que es un país). El
rey de España, ese mítico monstruo del Lago Ness, que aparece y desaparece dejando
una estela de conjeturas. Se presenta en muletas, muy frágil, muy viejo y muy
niño a la vez. Le graba una cámara casera, sin trípode. Y su perdón afligido es
una gran metáfora de su propia existencia: se pierde en un cúmulo de
significados que nadie entiende, por qué, para qué. Y desaparece, el muy
cabrón. El mismo cabrón que no dormía por los parados de este país. El mismo
cabrón que derrocha estilo Hemingway con el dinero público, en un safari, cazando
elefantes (en Botsuana, que nadie sabe tampoco donde está pero suena a aventura
colonial decimonónica). El perdón del rey, sería un buen título para un cuento
de Jorge Bucay, de ésos con moraleja. Pero, ¿cuál sería esa moraleja? Serían
unas cuantas, que el mundo es una gran mentira, que el rey no existe, que el rey
son los padres. Que todos somos títeres, empezando por él.
7 comentarios:
El perdón suele indicar que la persona que lo pide se arrepiente de algo que ha hecho, o simplemente sabe que no está bien visto, pero ¿es necesario que sea aceptado para que tenga validez? ¿o es una palabra mágica?
Y qué pasa si no aceptamos el del rey en este caso?. NO, NO te perdonamos.
El rey no ha pedido perdón, se ha limitado, en un acto del todo teatral -bien deliberado- a decir "Lo siento". No es más que exponer hasta donde puede llegar el exceso de soberbia y creerse, al igual que un niño -pero sin serlo, un niño sería, en todo caso, un futuro presidente de la III República, pongamos por caso- comenta que "no volverá a suceder". La diferencia existente en "Lo siento" y "Disculpen" o "Perdonen", es del todo mayúscula. Pero los estrategas, los coach de "Lo siento", carecen de argumentos, y es que existen gracias al parasistismo de la misma Casa Real.
Diciendo 'lo siento' significa que sienta algo de verdad? lo que sentirá es haberse roto la cadera, eso seguro que si. Por qué va a sentir algo que lleva haciendo tantos años?
República YA!!
Viva el Rey, Viva España!
Viva el Madrid, la COPE y las tetas grandes!
Viva!
A los tres últimos contribuidores, de alguna manera, en el presente blogspot, es del todo necesario argumentar no referirse a una caida. Cabe la hipótesis de que los aludidos no puedan sostener un mínimo argumento como tampoco extenderse en grandes explicaciones; lo primero resta a lo segundo. Lo inicialmente manifestado, encubierto en Anónimo Apr 24, 2012 08:16 AM, le prestaría un flaco servicio a la democracia, sí, a la democracia. No vale, pues, observar y hasta infraenaltecer la caida de un ser humano, quien sea, porque si se reproduce una rotura de caderas, la persona que lo ha comentado pseudocriticamente, está despojadas de sinápsis cerebral, que obedece a conductores de algo que descubrió Ramón y Cajal; el segundo, limita su discurso a un grito, no convence, es, en todo caso, un retroceso a los prímates, y el tercero, pues podría suponer una especie de venganza amistosa derivada hacia alguna persona, pero también condenable, dado que se ampara en el anonimato, y efectúa, verbalmente, lo que necsita ansiosamente. Lo anteriormente expuesto no supone, en modo alguno, coartar la libertad de expresión, en modo alguno, pero sí exigir dos elementos importantes: poner nombres, no hace falta apellidos, creo que se suponen, y argumentar. Si en un momento de debilidad institucional las alternativas concurren en la más absoluta simplicidad, aunque no sea premeditada, esperemos (en tercera persona), que se podría contribuir al fortalecimiento de la "debilidad institucional". Cabe la posibilidad de que el primer exponente, anónimo, pueda ser traumatólogo; el segundo, una persona que escribe a las CUATRO Y DIEZ de la madrugada, y el tercero, veinte minutos después; ¿puede ser el primero, el segundo y el tercero?, es decir, los tres ¿ser la misma persona? Es una hipótesis, nada separada de una remota posibilidad. Evidentemente, no tienen la más pajolera idea respecto a Salmerón y a Pí i Margall, hacedores de la I República, y establezco una opinión, que podría coincidir con ustedes en el METRO, pero hablamos de centímetros, si no desean poner el nombre, ALEA JACTA EST, la suerte está echada, y, tal vez, el primero de quienes se acogen al anonimato, pueda ser Rajoy, ala centrista del PP; el segundo, la inverosimilitud del grito, y se le agradece, y el tercero, un asiduo visitante de playas sumamente eróticas. Los tres coinciden, cada uno a su manera, pero coinciden; desechando la posibilidad (...) de que sea la misma persona la que ha enunciado el "lo siento", República YA!!, y Viva el Rey y lo demás, pues..., coinciden. Cabe también una necesaria posibilidad. ¿Cuál es? Propulsar a los demás, esto, esto, esto (no se trata de un jugador sudamericano), esto, creo llo que podemos ganar desde el vestuario. Pero se vuelve a plantear el contar con más argumentos, muchos más, no tantos porque se pueden caer en el abismo, y el abismo no es otro que el nombre unívoco de los tres, salvando distancias entre cada uno. Válgame lo que sea de verlos por ahí, los evitaría, pero no por miedo sino por precaución. Bueno, cada uno de ustedes, animados en el anonimato, deben ser consecuentes con el silencio que se refleja en el nombre. Mientras tanto, intenten ser felices y congruentes (o en singular). Desde aquí les reto a una semana sin dormir, las copas las pagan ustedes tres, que tal vez sea uno solo el que las pague, el que la abone. Y no voy a gritar "lo siento", como recurrencia, tampoco, República YA!! y el real madridistaq que no conoce, por motivos históricos, de la alineación, que no alienación, del primitivo Real Madrid, y ni tan siquiera conoce una de las épocas doradas del Barcelona. Afortunadamente, existe gente que siente predilección por el Athletic de Bilbao, un equipo surgido de la cantera, casi siempre, con entrenador foráneo, pero el Athletic de Bilbao no se envolvía en el anonimato, daba y da la cara. A los tres, que puede ser uno de ellos, un saludo.
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