Anoche soñé con
Julian Assange, el de Wikilieaks. Desperté sudando y asustado, con una culpa
terrible. Pensé en Fefa, mi hamster. Una hamster blanca de ojos rojos, muy
blanda y gordita, mi hermana y yo la tuvimos cuando éramos pequeños. Fefa era
nuestra, estaba a nuestro cargo. Le limpiábamos la jaula y le cambiábamos el
agua y la comida. Un día le compramos entre mi hermana y yo una bola de
plástico (habíamos reunido el dinero con las pagas de varias semanas juntos).
La bola de plástico era para que Fefa se metiera en ella y corriera por toda la
casa. En las instrucciones ponía claramente que no debía estar allí dentro más
de diez minutos, como mucho, ya que podría marearse. Mi hermana y yo metimos a
Fefa allí dentro y nos olvidamos de ella. Nos acordamos transcurridas más de
cinco horas. La encontramos detrás de un sofá, exhausta, agotada, intentando
sin éxito dormir por el movimiento incesante de aquella bola en la que estaba
encerrada. Me sentí fatalmente culpable. No sabía cómo pedirle perdón a Fefa.
Sentí por fin que el olvido puede ser también un arma terrible y que la culpa
nos acecha en cada esquina. Y eso mismo sentí esta mañana al despertar de mi
sueño, Julian Assange, ¿dónde está Julian Assange, por el amor de Dios, aún
está en aquella minúscula embajada de Ecuador en Londres, tirado en una triste
colchoneta con su portátil?
2 comentarios:
Eduardo, gracias por tu entrañable texto. También porque me has hecho pensar en Julian Assangue (o Assange). Un abrazo, colega.
buenisimo.. no se si era para reirse pero me he reido. /Moa
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