viernes, 26 de abril de 2013

JOHANNA, presentación


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Hola buenas tardes/noches. Primero que nada, como siempre, muchas gracias a todos por estar aquí, muchas gracias a Carlos y Agustín por haber accedido acompañarme, de verdad, gracias de todo corazón a los dos.

La historia de este libro viene de muy lejos, en el tiempo y en el espacio. En el tiempo porque nace aproximadamente hace cinco años, que fue cuando leí la primera crónica de la vida de este hombre, el pirata John Avery, el protagonista del libro. Lo del espacio lo digo porque esa crónica la leí en Katmandú, en el Nepal. Llevaba un mes sin leer nada en español y entré en una pequeña librería de Katmandú y en la sección de libros en castellano (que era una cesta tirada en el suelo con cuatro libros destrozados) encontré un pequeño tomo de la editorial Bruguera escrito por un inglés y traducido por un mejicano sobre piratas y corsarios. Ese era el título, Piratas y Corsarios. Y allí había media página que hablaba de él, de John Avery. Más que suficiente. En cuanto leí aquel pequeño texto supe que ese era mi hombre.

¿Por qué me gustan los piratas, o por qué precisamente John Avery?

Podría desgranar aquí unos buenos tópicos que no irían desencaminados sobre las fronteras y el existencialismo, sobre el impulso anarquista y la adorada valentía o incluso el mar como territorio sin dueño pero no creo que haga falta, a todos nos seducen los piratas, nos gustan como pueda gustarnos el rojo o el verde o el quesillo, nos gustan sin saber muy bien por qué y a veces es mejor dejarlo así. El caso es que nos gustan, los piratas, y la prueba evidente de ello es la vasta literatura y cine que arrastran y que los mantiene vivos: siempre han sido seres magnéticos y símbolos poderosos de la rebeldía. Probablemente, y más que probablemente, de manera injustificada a nivel ético o moral, si se quiere: aquellos hombres eran en esencia ladrones y asesinos que vivieron una época desmesurada. Pero la Historia (con mayúsculas) es la ficción definitiva de los humanos y en esa gran ficción el papel de los piratas es un papel hermoso: son los indómitos, los insurrectos, los amantes de la libertad, los que hacen de su vida lo que les viene en gana. En fin. No quería extenderme en esto y al final lo he hecho. Volviendo a la otra pregunta, ¿por qué precisamente John Avery? Pues por muchas cosas pero sobre todo por dos: UNA, porque no fue el típico pirata, porque no eligió el Caribe, porque quiso aprender a leer, porque no tuvo nada y lo quiso todo y porque lo llegó a tener todo y se vio que no era nada, porque fue valiente, porque tuvo corazón a pesar de las mil putadas que le tocó vivir y porque decidió putear sin rencor él más y mejor que nadie, porque se adelantó o se atrasó según se mire muchos siglos a Cónan el Bárbaro cuando invocaba a Crom para que le ayudara a vencer a un ejército de mil hombres él solo por el hecho de ser minoría, tan solo por eso, por luchar sabiendo que iba a perder… por todo eso y porque buscó siempre en vida cosas que me hicieron identificarme con él, para qué negarlo. Y DOS, porque su final fue terrible. Siempre me ha fascinado el concepto de trascendencia, esa idea de escribir algo o pintar algo o tener hijos para que te superen tras la muerte. Dicen que es lo absoluto, lo que todos hacemos aunque no lo sepamos: intentar vencer a la muerte, al olvido, dejar algo nuestro en ese imposible constructo humano que es la eternidad, persistir en el ser, que diría Spinoza. Pero ¿y si la trascendencia te sobrepasara en vida?, ¿sería complicado, no? Es un juego macabro este de la trascendencia. Y un poco triste también.

Volviendo a nuestro libro, Johanna.

Sobre el título, por ejemplo, ¿de dónde viene el título? El título es el nombre de una isla recóndita que nuestro protagonista, John Avery, convirtió en su patria. Eso es todo, una patria elegida, nada más y nada menos. En la actualidad se llama Anjouan y pertenece al archipiélago de las Comoras, cerca de Madagascar, pero en la época en la que estamos hablando aún se le llamaba por el topónimo inglés. Tampoco importa demasiado.

Sobre las relaciones entre ficción y realidad, sobre si esta novela está basada mucho o poco en hechos reales diré lo mismo que dije antes de pasada: que la Historia (con mayúsculas) es la ficción más currada del ser humano y una pretensión ingenua como la vida misma o la ciencia, igual de limitada, así que digamos que jugué con mis propias reglas y salió lo que salió.

Johanna es, básicamente, una biografía, aderezada con el relato de unas cuantas acciones más o menos emocionantes (que yo procuré que lo fueran, claro, emocionantes, quiero decir). En este sentido, resalta sobre todo una batalla naval: siempre me fascinaron esos combates en medio de la nada y algo tan absurdo (y tan alejado de esta novela, puede ser) como qué pensaría un extraterrestre si los viera, si viera a grupos humanos ir a buscarse unos a otros en los confines de la Tierra solo para matarse por conceptos raros que en el fondo son siempre el mismo: el poder.

Siempre es lo mismo todo, en realidad, BUSCARNOS EN LA SOLEDAD PARA MATARNOS… Somos una especie fascinante.

En cuanto al estilo, he procurado mantener un tono medio entre la especialización y el más llano de los discursos. No quería hacer un tratado náutico (entre otras cosas porque no hubiera podido, aunque hubiera querido, me hubieran faltado conocimientos e interés) pero tampoco un simpleza que atentara contra la dignidad de lo que pretendía representar. Si ponía cuerda o palito o derecha o izquierda estaba haciendo una chapuza, y si me pasaba con el vauprés o el trinquete o el alcázar estaba agotando al personal. Así que opté por una vía intermedia, con documentación estricta pero sin hacer de ella más que una herramienta al servicio de la historia, que era lo verdaderamente importante. El resultado yo creo que se puede leer bien y que transmite lo que me había propuesto.

Y, francamente, no sé qué más puedo añadir. Este es un libro de aventuras, distinto a los otros que he hecho. Su gestación coincidió con la crisis económica y ha tardado cinco años en ver la luz por una sucesión casi infinita de aplazamientos editoriales por recortes. Pero ya está aquí con nosotros, finalmente, Johanna, y le toca hablar por sí misma.

Espero que les guste y que la disfruten tanto como yo cuando la escribí.

Gracias a todos una vez más por haber venido y muy buenas noches.

1 comentario:

Roberto 2º dijo...

Una muy "gilinovela" nada cañi un redondo bodrio.