Te vas dos
semanas a México de viaje con tu novia o con amigos (eso da igual), a Cancún o
a Playa del Carmen, a cualquier resort
turístico de la costa del Caribe que están tan baratos ahora. Tampoco importa
demasiado el sitio en concreto. Solo piensa que te vas de viaje a México con tu
pulserita de guiri y tus margaritas y de pronto recibes una llamada de la
policía que te dice que estás en peligro y que vayas inmediatamente a la
comisaría. Y vas. Y allí por teléfono vuelven a darte más instrucciones, te
dicen que estás secuestrado, que no se te ocurra salir de la “comisaría” si
quieres ver a tu familia de España viva (evidentemente, la comisaría ya no es
una comisaría, es un hangar cualquiera que sirve como receptáculo para el
secuestro del que estás siendo víctima). Tú te lo crees todo, has caído en una
trampa. Se ponen en contacto con tu familia y tu familia completamente
desquiciada (se pasaron un mes diciéndote que cómo te ibas a México si allí las
cosas estaban tan mal, Ay qué disgusto, llegó a decir tu madre) les manda un
dineral. Tampoco un dineral, una cantidad jodida pero no un dineral (tu familia
no son los Ortega de Galicia), digamos que cinco mil euros. Al poco recibes la
llamada de tu secuestrador que te dice que ya está, que salgas a la calle, está
todo bien, ya eres libre (ya vuelves a ser libre pero, ¿cuando has dejado de
serlo?). TE HA SECUESTRADO TU MIEDO. Dicen que a los mexicanos estos secuestros
no se los cuelan, están curtidos, somos los guiris los blancos perfectos porque
hemos oído hablar mil historias de meñiques amputados y sierras eléctricas. TE
HA SECUESTRADO TU MIEDO y el secuestrador era un simple hombrecillo con los pies cruzados en un sofá y cinco mil eurazos más en el bolsillo por haber hecho cuatro llamadas. En efecto, se ha reído de ti, te ha pasado la
mano por la cara, simbólicamente hablando (la nota de prensa después de lo
ocurrido indica que todos, tu familia, tú y tu pareja o tus amigos, todos,
están “sanos y salvos”, ¡nunca dejaron de estarlo!). Todo ha sido virtual, psicológico,
no te han tocado, no te han visto, en realidad solo saben tu nombre por tu
perfil en facebook. Pero ha habido un intercambio, una relación. Es el futuro
para bien y para mal, el hombre con sus herramientas, las parejas que se
conocen por internet, las noticias a tiempo real de las revueltas en Ucrania. Julian Assange en los rincones del olvido, tirado con una esterilla en un despacho de embajada. El
futuro es el poder de siempre pero con más velocidad. La frontera es el miedo.
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