miércoles, 16 de junio de 2010

EL JUEZ INJUSTO


Los guardias andan silenciosos por el corredor. Son amigos pero cuando hay ejecuciones apenas hablan, como si entre ellos hubiera un atisbo de culpa o de respeto. Se detienen frente a la máquina del café. Qué necesidad tendrá el juez de marcar las ejecuciones tan temprano, dice uno bostezando. Anda, vamos, que ya es la hora, contesta el otro. Llegan a la celda, sacan las llaves y abren la puerta. Despiertan al condenado que, entre legañas, se queja amargamente, ¡No hay derecho a que le despierten a uno a estas horas! Al que madruga etcétera, responden.

No hay comentarios: