miércoles, 16 de junio de 2010

INOCUIDAD DEL PRIMPERAN

Llamó al trabajo con un cubata en la mano para disculparse y habló de gastrointeritis. Le llevaron entre risotadas sus amigos a la entrada de Urgencias. Borracho como estaba, se atusó el pelo y respiró hondo. En información habló de la gastrointeritis, otra vez. Esperó en sala media horita y le llamaron a la consulta por su nombre. Volvió a lo de la gastrointeritis, y el doctor le recetó un jarabe y un pinchazo de Primperan. La enfermera le notó nervioso de más con que le pincharan, como si efectivamente aquello no entrara en sus planes. Dijo que no era necesario, pero claro, al final se tuvo que dejar pinchar. Tomó las recetas y el deseado volante del doctor, salió a la calle por la misma puerta de Urgencias y allí estaban sus amigos, entre carcajadas a mandíbula batiente. Subió al coche, siguió tomando cubatas y se fue de marcha. Llamó al trabajo y explicó que sí, que les llevaría el volante del médico mañana.

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