domingo, 18 de julio de 2010

UNA VERDADERA OBRA DE ARTE (significativa reflexión en torno al arte posmoderno)



Contempló aquel cuadro con las cejas enarcadas: no entendió absolutamente nada. Tampoco se esforzó en hacerlo. Deslizó vagamente su mirada sobre los trazos de pintura azul, roja y negra. Buscó sin convicción algún tipo de analogía y al no encontrarla y advirtiendo gente cerca que podría escucharle pronunció su juicio sin más dilación. Torció la boca, se abrieron las aletillas de su nariz, entornó los párpados: el conjunto de su rostro compuso una repugnante expresión de desprecio. Esto lo podría hacer un niño, sentenció. Pero quien le escuchaba era el pintor, cuyo brazo reaccionó como un resorte disparando el contenido de su cubata. Fueron milésimas eternas, un instante precioso, una verdadera obra de arte: el líquido volando hacia el rostro y el impacto glorioso transformando su expresión asquerosa.

1 comentario:

Carlos Rivas dijo...

Estamos en lo mismo: arte comtemporáneo. Basura de colores, nada más.