miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA PUERTA VERDE

En la segunda planta del MACBA (Museu d'Art Contemporani de Catalunya) hay una exposición titulada Especies de Espacios que, de la mano de Georges Perec y su obsesiva tendencia al inventario misterioso, explora la geografía de nuestro devenir en clave espacial, los lugares donde se ubica nuestra existencia (especial atención a la dicotomía público vs privado). La fuerza de la propuesta reside, a mi modo de ver, en la atención focalizada al elemento contextual de nuestras vidas, dónde la pasamos, sobre qué suelos, techos y paredes, habitualmente descuidado en favor del elemento temporal, es decir, lo que somos del nacimiento a la muerte. La idea, más o menos, es esa. Yendo a lo concreto, lo que uno ve en la sala son decenas de obras de la más variada naturaleza que reflexionan sobre el asunto, vídeos, lienzos, fotos, instalaciones... Una de esas obras llama poderosamente la atención. Se trata de una puerta, situada casi al final, cerca de la salida. Una puerta de madera verde, con sus visagras y su pomo. Está construida en una pared gruesa del edificio, no hay nada detrás, de modo que es una puerta cerrada que no da acceso a ningún lado, pero tiene toda la pinta de hacerlo: es una puerta jodidamente inquietante que nos lleva a un lugar imposible. Esa es la obra de arte, la puerta verde, con todas sus contingencias expresivas. Pero si te atreves a abrirla, la cosa se pone aún más interesante. Si te atreves a abrirla, aún sabiendo que se trata de una empresa utópica (porque no se puede abrir), vendrá el segurita de la sala y te echará una bronca fenomenal a grito pelado. Te dirá que es una obra de arte, y que no intentes abrirla. Y como ya se te ocurra decirle que él mismo está participando de la obra de arte sin saberlo, que la está completando y dándole significado con su prohibición, juntará las cejas y te dirá que si tú lo dices, pues vale... pero que no se te ocurra intentar abrirla.

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