miércoles, 16 de junio de 2010

LA RISA DE LOS MUERTOS


Ninguna muerte por amor es absurda. Y aunque ella no fue justamente mi asesina, eso es cierto, al menos el arma fue un regalo suyo. Una simple bufanda, vale. Pero hay amores que matan, eso hay que tenerlo presente. Que todo tiene varias causas y el absurdo es un vacío a rellenar a la carta. Y mi caso fue de amor. Del sueño de la siesta a la muerte en menos de un minuto. Me despertó el teléfono y su voz dijo, Venme a buscar que hace frío, cariño. Subí a la moto cantando, arranqué y aceleré a todo gas sin reparar en la bufanda trabada por entre los radios de las ruedas. De modo que no le veo la gracia por ningún lado: paren ya de reír.

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