el atasco atrás. Parece que hay un atasco. Pregunto al chofer y me dice que hay un accidente a tres kilómetros. Apaga el motor y la gente sale de la guagua. Alguien pronostica tres o cuatro horas. Me siento fuera a la sombra. Pasan dos horas y no veo más que pasar vehículos en nuestra dirección. Le pregunto al chofer y me dice que el accidente está a tres kilómetros, y es mejor esperar aquí, porque hay una ventita con sombra. Que no me preocupe que todos los que pasan se detienen más adelante. Pero no veo más que vehículos circulando en nuestra dirección. Y un calor insoportable. Y una quietud que me desgarra. Una coca-cola por aquí, un juego con niños por allí. Y coches y motos y camiones circulando en nuestra dirección. Pasan las tres horas que alguien pronosticó y vuelvo a insistir al chofer, ¿Cómo sabremos cuando podremos continuar? Cuando arranquen delante, responde.
El calor. Y la quietud que me desgarra.
Pasa una ambulancia, después de cinco horas.
Y arrancamos, luego de unas horas más.
El calor. Y la quietud que me desgarra.
Pasa una ambulancia, después de cinco horas.
Y arrancamos, luego de unas horas más.
el atasco delante. El camionero atropelló a una niña sin querer. Los vecinos y los familiares, así como los demás conductores que pasaban por allí, quisieron linchar al desgraciado camionero, que huyó despavorido río abajo por los acantilados. Quién sabe si murió en la huida. El caso es que se personó la policía en el lugar de los hechos, y también a ellos los quisieron linchar por meterse donde nadie los llamaba. De modo que también la policía huyó. Y así quedó la cosa: un camión gigante atravesado en la carretera, una multitud desquiciada y un pequeño cadáver.
NEGOCIOS IMPOSIBLES (4parte), un tipo sentado en la calle junto a su báscula del baño. Te pesas y le pagas. Punto.
Recuento de personas en el Durbar Square de Katmandú, cierto mediodía de Agosto del dos mil siete:
- Un guía turístico con mala pinta y gorra.
- Una chica preciosa que vende bolsos.
- Un japonés con máquina de fotos (redundante).
- Un curioso que mira lo que escribo.
- Tres guiris con aspecto de francesas y su guía (de mejor aspecto que el primero).
- Un mendigo.
- Un guiri-hippy con la Lonely Planet.
- Un conductor de rickshaw.
- Un taxista.
- Dos brahamanes engalanados para la ocasión de una buena foto remunerada.
- Millones de moscas.
- Un militar vestido de camuflaje azul.
- Dos moteros sin casco.
- Otro mendigo.
- Dos colegialas con uniforme de Lolita que charlan animadamente.
- Un vendedor de paraguas con bigote.
- Un grupo de fumadores que juega a los dados con dinero.
- Otro mendigo más.
- Un ciclista.
- Uno que ofrece hachís.
- Una mujer cargadísima de cajas.
- Otra cargadísima de frutas.
- Un perro despistado.
- Muchos lugareños que se mueven para todos lados sin ocupación descifrable.
- Palomas, vacas.
- Yo.
ACTO POÉTICO. Por las calles encharcadas del Thamel circula una calurosa manifestación. Varios niños sostienen pancartas en nepalí. Otro señor lanza arengas desde un micrófono a voz en grito, también en nepalí. Y yo sin entender nada. Portan una sábana extendida y allí van a parar las donaciones de los transeúntes que simpatizan con la causa. Pasan a mi lado. El nepalí es otro mundo. Imposible deducir el motivo de su reivindicación o queja. Quizá se trate de un funeral o de una boda. Tal vez un sindicato o un grupo de extrema derecha anti-extranjeros. En cualquier caso, abro mi cartera y deposito en la sábana cien rupias.
El guiri iba tranquilamente paseando y de pronto le han puesto una serpiente encima. El mismo que le ha puesto la serpiente le ha pedido dinero por quitársela. El guiri ha sacado la pasta de su bolsillo, lentamente y asustado, con la serpiente dando vueltas suaves en su cuello. Me pregunto qué hubiera hecho yo en su papel.
NEGOCIOS IMPOSIBLES (5parte), Ear cleaner. Limpia oídos. Y anda por la calle ofreciendo sus servicios con el bastoncillo.
Según mi ajustado plan de conexión entre vuelos y trenes, no me queda otra que llegar a Calcuta mañana. Sí o sí. Y en la estación de trenes de Gorakhpur me dicen que no, que ya no quedan tickets para el último tren. Dicen que tampoco hay guaguas. Y los taxis se niegan a hacer un trayecto de treinta horas. Como sea, caballero, Como sea tiene usted que buscarme un hueco para estar mañana en Calcuta. Como si es en el techo, amigo. No puede ser, repite el funcionario. Tiene que ser, contesto. Y me explica. Está la primera clase, donde viajan los turistas. Está la segunda clase A, donde viajan mochileros y la clase media en general. Está la segunda clase B, donde viaja la clase baja y no hay asientos ni numeraciones. Para todas esas clases no hay billetes, dice. Le pregunto si no hay otra cosa y responde con miedo. La voz le tiembla cuando reconoce, Existe la tercera clase… pero no es recomendable…
1º CLASE: Turistas.
2º CLASE A: Mochileros, clase media.
2ª CLASE B: Sin numerar, clase baja.
3º CLASE: Sin límite de entrada, sin numerar, sin asiento, sin cama, sin ley. Con meados, llantos, robos y comidas compartidas.
Y allí que fui, abrazado a mi mochila con uñas y dientes.
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