miércoles, 16 de junio de 2010

OPTIMISMO

Huele a basura, tiene la cara sucia y las manos viejas. Cae la medianoche y se cuela en el vagón del último metro. Su mirada se posa en algo: mirada muerta anegada en alcohol. Arranca el metro. Una pareja huye disimuladamente de su lado. Cierta señora le murmura cosas a su nieto. Todos le miran y él nada, apestando, sucio y viejo. Entran los revisores al vagón y les pregunta, ¿Este era el último metro del día, no es cierto? Si, le contestan con desprecio. He llegado de milagro, ¡qué suerte que tengo!, dijo.

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