El juego era simple: a ver quién aguantaba más mirando el sol.
Se tumbaron boca arriba, con los dedos enterrados en la arena. El ruido de las olas actuaba de cronómetro en el duelo. Perdería el primero que apartara la vista del sol.
Ganó el ciego, claro.
Ya había jugado antes.
1 comentario:
Enhorabuena,"El duelo" se trata de un excelente microcuento. Presente en él, la sorpresividad, que es medular todo microcuento. Así se avanza. Un saludo.
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