domingo, 18 de julio de 2010

LÁMINAS INTERCALADAS

La primera vez apenas sí le di importancia. A la gente que trabajaba como yo, en turno de noche, solía ocurrirle. No es fácil acostumbrarse a acabar cuando los demás empiezan. La gente va recién afeitada o maquillada, leyendo periódicos entre legañas y uno al revés, en el metro, por ejemplo, la manada con su rumbo y uno a la contra como el salmón. Pero era la rutina del trabajo nocturno, dormir por el día, tampoco era para tanto. Porque al principio era así, una rutina, yo terminaba cuando los demás empezaban y todos en paz. Llegaba a casa amaneciendo, me ponía el pijama y venga a dormir. Y descansaba como un rey, la verdad, con esos sueños que se borran y esos despertares leves como si soltara lastre y hubiera pasado página. Pero todo cambió la mañana de aquel sueño y, como digo, apenas sí le di importancia. Porque sueños insólitos los tiene cualquiera. Ahora bien, aquel apareció premonitorio, cosido a la realidad, debí sospechar algo. Era el único piloto de una nave espacial. Una nave espacial minúscula, un zulo espacial, más bien. Apenas podía moverme pero en cambio la nave se desplazaba suavemente por la inercia a través del universo. Iba sin rumbo. Así que estaba inmóvil y, a la vez, me desplazaba, de la nada a ninguna parte. Llevaba conectado unos tubos de plástico a mis venas. Por allí me entraba el alimento y por allí también, cada cierto tiempo, me entraban dosis de somníferos. No había libros ni películas ni entretenimientos de ninguna clase, tan sólo una ventanilla al cosmos. Las estrellas eran puntitos lejanos sobre la base de una terrible oscuridad. Perdí la noción del tiempo. Hablaba sólo, estaba sólo, profundamente sólo. Entonces desperté. Y apenas sí le di importancia, insisto. Pero tuve el mismo sueño al día siguiente. Así que decidí comprar valeriana en la farmacia. Llegué del trabajo, me atiborré de valerianas y el efecto fue inquietante: en la nave sentí con precisión a los somníferos adentrándose en mis venas. Respiré con fuerza. Me fijé en las estrellas, salpicando aquel atroz negro de fondo. ¿A dónde coño me dirijo?, pregunté en voz alta. ¿Vagaré para siempre sin destino, chocaré con alguna estrella? Me dormí en la nave. Desperté en la realidad. Aquella intriga me atrapó. Lo primero que hice fue pedir hora con el médico de cabecera, que me recetó benzodiacepinas. Fui a trabajar por la noche. En el metro noté crecer ese complejo de salmón, siendo la corriente cada vez más fuerte y más rápida, exigiéndome cada vez más y más. Trabajé con la atención puesta en aquel sueño misterioso y, por primera vez, reparé en el contagio de ambas realidades: me sentí tan sólo como en el sueño. Me atiborré de benzos al llegar a casa. Cada día dormía más horas. Y en la nave me sentía cada vez mejor. Mirando los astros por la ventanilla resolví dejar el trabajo. Desperté, llamé al jefe y se lo dije. Pedí recetas a mi médico de cabecera. Empecé a dormir más y más y más, cada vez más. Pasaba la mayor parte del día en la nave. Apenas comía, ni generaba ni gastaba dinero, era feliz sólo, a la deriva, en algún punto del universo. En cierta ocasión, de vigilia, camino a la farmacia, alguien me llamó drogadicto. No voy a negarlo, la situación era extraña. Pero lo más extraño estaba por llegar: a medida que pasaba más tiempo en la nave ésta iba tomando forma de realidad y, en consecuencia, la antigua realidad era más como un sueño. Se me caían los dientes por la calle, follaba con mujeres del pasado, regresaba a la infancia, me costaba correr cuando me perseguían. En definitiva, que el sueño solapó a la realidad, así de simple. Uno se convirtió en el otro. Y ahora mi vida pende de los tubos inyectados a mis venas. El espacio sideral es infinito y yo encajonado en esta nave, la soledad me está matando. He intentado suicidarme tres veces. Los somníferos me hacen cada vez menos efecto. Echo de menos el metro, la multitud, el ir a la contra como el salmón. Mientras, la nave sigue su inercia y la vista se me clava en las estrellas, esperando al sueño.

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2 comentarios:

Marisa dijo...

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Jaims dijo...

¿Has visto Origen?