domingo, 18 de julio de 2010

TERAPIA DEL CIUDADANO PERVERSO

Despertó temprano, encendió el calefactor y tomó una buena ducha de agua caliente. Se frotó las manos, desayunó salchichas y vino tinto. Salió a correr tres cuartos de hora y después una sesión de baño turco. Vistió un jersey de cuello alto, estilo Hemingway, anorac y guantes. Se fumó media cajetilla de cigarros en el trabajo. Comió fabada, callos a la madrileña picantes y un chupito de coñac. Llegó con retraso a la cita. El psiquiatra le recetó pastillas. Era pleno agosto.

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