La noche del sábado inauguraban una discoteca enorme en el sur de Tenerife. Esa misma noche, en la capital isleña, Santa Cruz, se celebraba la fiesta de la cerveza del Náutico. Al día siguiente, domingo, había romería en La Esperanza. Hasta ahí nada anormal. Tenerife no es Ibiza pero nunca sobran fiestas ni ganas de olvidar. Lo anormal empieza con un coche en dirección contraria en plena autopista, a toda velocidad. Siete kilómetros contra sentido. La policía intercepta el vehículo a la altura de Güímar. La conductora triplica los límites en tasa de alcoholemia. Viene de la nueva discoteca del sur, declara no recordar absolutamente nada a partir de las tres de la madrugada. Sobrevive de milagro, vaya usted a saber por qué. Pero lo anormal no es eso. Al menos no es sólo eso. Lo anormal es que, durante ese fin de semana, se llegan a dar hasta cinco casos de circulación en dirección contraria por las carreteras de la isla (otro caso llama la atención: una moto de alta cilindrada a más de cien kilómetros por hora en la autopista del norte, el piloto esquivando coches ondeando su manta esperancera como un super-héroe esquizofrénico). Según la policía, todos iban borrachos como vikingos. Y ninguno recordaba nada. Pero todos sobrevivieron. Y eso ya no es muy normal. Yo aún diría más, es extraño. Un fin de semana extraño. Mucha fiesta y muchas ganas de olvidar (salmones anegados en garrafón).
3 comentarios:
Ciencia ficción.
Eso no era garrafón...;)jejeje, aún asi menuda suerte!
Evidentemente, el autor del texto añora su tierra. La Atlántida es un lugar sereno, comarca de creadores que despiertan hasta al mismo sol, el cual nos brinda el fulgor de su luz. Determinados arqueólogos, bien adiestrados en inmersiones, han comentado que la Atlántida dispuso con buena maestra un consulado, el mismo se llama: Canarias. Pálpito de volcanes y celeste cielo.
Lo anterior parece que permanece en la Escuela Regionalista de La Laguna, espacio de bebedores de agua, de grandes hacedores, plenos románticos que de Luna en Luna le plantaron cara al despertador. Sin embargo, gracias al 15-M, hemos sido condecorados con la cuarta figura: SOL. Entonces, un saludo engarrofonado a quien aspiró en estar en un lugar esperanzado abundante en gente que daba a la vez que frío proporcionaba un enorme calor.
Existe otro pálpito, el cual se concreta en la heroica existencia de quienes saben asumir la cualidad de brillantes descendientes del sol.
Ahora amanece, ¿es el sol o nuestro resplandor, porque situados en la Gran Vía Layetana surge el preciado paso de las grandes ciudades? Sería la contestación de los acampados en el pálpito del SOL. Dejando atrás el do, re, mi, fal llegamos a sol. Sería como un otso bagarti, sobreviviente de la Atlántida que por su añeja experencia puede y debe decir que el afincado propietario del blog es una excelente persona. Entre estoico y buscador, se alza la figura del creador.
Cumbres azuladas, añiles y marrones permanecen, límite y prisión...
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